miércoles, 27 de agosto de 2008

disfunción



En mi casa nada funciona bien, todo a medias, o simplemente no anda. Nunca van a encontrar algo que se conserve en buenas condiciones, ya sea la tele de mi hermana que no tiene botones para cambiar de canal y hay que hacer contacto con los sensores metiendo los dedos y presionar un interruptor, cosa que simplemente (o normalmente) se logra con los botoncitos que le faltan; o la tele de mis viejos, la cual, la mayoría del tiempo, carece de sonido y hay que golpearla para tratar de que la pantalla muestre algo, y si esto se logra, se va el sonido y ahí comienza otra batalla por tratar de perder el tiempo frente a algo, tiempo que se va intentando revivir el artefacto. También pueden tomar el caso del computador que, de partida, tiene una memoria enana, los programas están a medio instalar, y para colmo windows nunca se puede cerrar decentemente y hay que recurrir a la vieja triquiñuela del Cont+Alt+Supr, y en el peor de los casos reiniciarlo de la forma más brutal: desenchufando el tarro y prendiéndolo otra vez hasta encontrar un error en el sistema y así poder utilizarlo (de alguna forma). Otro caso es el de la estufa a gas, la cual carece de una de las rueditas en su base, entonces es difícil transportarla de una pieza a otra y hay que poner un cenicero para poder equilibrarla y no quemarnos en el intento de calefaccionar la casa. Consideren también el calefont que funciona a medias, es decir, puede calentar el agua tanto que esta llega a quemar la piel tanto como puede ignorar el hecho de estar encendido y no calentar para nada. Imagínense lo que es ducharse en tales condiciones en invierno. ¡Para qué hablar del hervidor de agua! Uno mismo tiene que mantener presionado el botoncito que lo activa hasta que el agua hierva y salga humito, porque de lo contrario el botoncito se devuelve y no hay agüita para el té, o sea, uno se convierte en un accesorio externo más para el funcionamiento de un simple hervidor de agua. Pero sigamos con el listado y vayamos a la puerta del mueble de la radio, la cual nunca se mantiene cerrada y hay que utilizar papeles doblados cumpliendo la función de seguros o topes para que la puerta no se abra a diestra y siniestra. Siguiendo en el mismo lugar tenemos el propio equipo de música, el cual no funciona si hay muchas luces encendidas pues le hace falta voltaje y no toca los CD’s. Si seguimos en dirección al baño se encontrarán con la ducha teléfono que a veces (muchas, muchas veces) se desarma debido a la presión del agua, lo cual suele suceder mientras uno se da una limpia ducha. En la misma senda tenemos la llave del agua fría de la cocina que, de hecho, no existe y hay que alternar la perilla del agua caliente poniéndola en el lugar que debiese ocupar la manilla del agua fría. Pero quedémonos en la cocina, pues ahí yace la prueba más contundente de la mala planificación, el gran acierto de instalar un extractor de vapor en la cocina sin existir una salida para tal vapor, lo cual hace que éste nunca salga de la cocina. Pero esto es peor de lo que parece, ya que el extractor lleva ahí más de dos años y nadie se ha dignado a idear una forma de colar el vapor y expulsarlo del lugar (ni siquiera el que escribe). Digamos que en mi pieza también encontramos elementos defectuosos, como la cassetera de mi equipo de música. Esta se come las cintas de cualquier cassette, sin hacer distinción entre cassettes originales o piratas y no deja escuchar la música polvorienta. Otra cosa son las paredes de la casa que se están especialmente las del living y el comedor. Pero digno de atención es el caso del arreglo que hicieran en la pieza de mis viejos que quedó a medio camino y así ha permanecido por mucho tiempo (un maestro tenía que hacer unas instalaciones eléctricas y rompió un trozo de la muralla y dijo que la repararía en el corto tiempo, pero cobró lo del enchufe y nunca volvió y el piquete sigue ahí).
Todos estos ejemplos de deterioro y dejo son el reflejo de mi familia, es decir, todo funciona a medias (o de plano, no funciona muy bien), igual que los componentes de la casa, y nadie se preocupa por arreglar, cambiar o mejorar lo que está fallando. Quizás las cosas sigan así hasta que la casa se caiga a pedazos o hasta que la familia se descomponga. Ya veremos qué sucede primero.



(2004)

1 comentario:

Juan Luis Guzmán R. dijo...

jajaa me cague de la risa weon
me gusto!

soy tu primer lector parece