martes, 9 de diciembre de 2008

maldiciòn


¿eres tù, demonio maldito del pasado en llamas?

¿es el contorno de tu piel frígida y cortante lo que parece congelar los peldaños de ésta escalera y me hace bajar a una realidad sepultada?

¿eres tù quien me mira desde lejos, con sonrisa burlona y el color màs oscuro en los ojos?

¿es tu presencia la que siento clavarme la piel y agujerearme las venas con un dolor que ya creía haber olvidado?

¿es tu silueta la que me golpea entre la luz y la asquerosa sorpresa?

¿eres tù... eres tù quien me intercepta y me derrumba?

¿son tus palabras secas y mudas, acaso, las que viajan por redes inexistentes y desarman el orden del hastìo?

¿eres tù, demonio horripilante, quien me mira, rìe y da vuelta la cara sonriendo de forma infame para seguir su camino dejàndome temblando de asco y horror?


eres tù, ah?!


pues si es asì, te maldigo, con fuerza viceral, te maldigo!!!

sábado, 6 de diciembre de 2008

subiendo


de pronto tuve una extraña sensación, me vi en un auto, uno viejo, un ford o un renault tal vez, con asientos de cuero, sin cinturón de seguridad, con el pelo flotando y mis ojos negros rompiendo el retrovisor. iba a toda velocidad pasando a través de la luz y el polvo por una carretera del norte, o quizás una ruta peruana, y los autos opacos y oxidados se iban quedando atrás porque el mío era más veloz, más potente y patón. Yo los veía pasar con gusto y riendo por dentro. del otro lado de la carretera caliente venían más autos, como truenos salvajes y perdidos, o algo así. las ventanas estaban abiertas y el aire entraba tibio, fogoso, y golpeaba mi cara. la música salía quemante y abofeteaba mis brazos y mi pie le daba con más fuerza al acelerador. Todo era como un torbellino de adrenalina, pasión y sonidos en remolino. ahí vino lo extraño, sentí ganas de soltar el volante, poner mis manos en mi nuca, recostarme y abrir los ojos sonriente, con placer, y dejar que el auto siguiese solo, desbocado, para ver si avanzaba o si chocaba contra uno de los truenos, contra un poste perdido y solitario, si iba a dar a las rocas saladas o lo que fuese, todo con tal de hacerme trizas y sentir el impacto brutal y, quién sabe, final. por suerte no tengo auto, no sé manejar y nunca he ido al norte, menos al Perú. eso fue lo extraño, la sensación de vértigo lejano. le subí el volumen a la radio y seguí conduciendo.

lunes, 17 de noviembre de 2008

sinceramente....

aparece desde lo más profundo de mi esencia, desde el centro mismo de la putrefacción. es lo único que puedo entregar, lo único que sale al sol y se seca y se hace polvo y desazón. es venganza, es envidia, es animadversión, es tedio, soy yo.

lo más rancio de mi corazón anda dando vueltas por aquí y se queda prendido a los ojos; ronda en los pasillos y se cuela en los oídos y reseca las bocas. tengo todo lo que no quieren, pero lo entrego de todas formas. todos lo reciben en sus manos, cada cual ve lo que hace con eso. por mi parte, es lo mejor que sé hacer: entregar miseria y razones poco perdurables, y deambular como si nada, con los zapatos sucios y el pelo a medio crecer, chocando con las paredes y esparciendo el hedor a sin sentido y tristeza falsa.

lunes, 3 de noviembre de 2008

pe jota

estás en todos lados, a cada instante. eres como un reflejo de lo absoluto entrando por mi retina y pegandose en mi paladar por efectos perdidos. cada vez que abro los ojos te veo. al cerrarlos apareces flotando y te quedas ahí, frente a mí, a mi lado, detrás y arriba, como bola de espejos, girando en mi cabeza. tu voz me envuelve y me lanza lejos, hasta donde pueda encontrarme el rastro de tu resplendor. nunca me voy a despegar de tu maravillosa magia opaca, ni de tus movimientos y vueltas decadentes al abismo de mi amor. hoy estás gigante y luminosa, como luna llena sobre el desierto. ven por mí.

miércoles, 27 de agosto de 2008

disfunción



En mi casa nada funciona bien, todo a medias, o simplemente no anda. Nunca van a encontrar algo que se conserve en buenas condiciones, ya sea la tele de mi hermana que no tiene botones para cambiar de canal y hay que hacer contacto con los sensores metiendo los dedos y presionar un interruptor, cosa que simplemente (o normalmente) se logra con los botoncitos que le faltan; o la tele de mis viejos, la cual, la mayoría del tiempo, carece de sonido y hay que golpearla para tratar de que la pantalla muestre algo, y si esto se logra, se va el sonido y ahí comienza otra batalla por tratar de perder el tiempo frente a algo, tiempo que se va intentando revivir el artefacto. También pueden tomar el caso del computador que, de partida, tiene una memoria enana, los programas están a medio instalar, y para colmo windows nunca se puede cerrar decentemente y hay que recurrir a la vieja triquiñuela del Cont+Alt+Supr, y en el peor de los casos reiniciarlo de la forma más brutal: desenchufando el tarro y prendiéndolo otra vez hasta encontrar un error en el sistema y así poder utilizarlo (de alguna forma). Otro caso es el de la estufa a gas, la cual carece de una de las rueditas en su base, entonces es difícil transportarla de una pieza a otra y hay que poner un cenicero para poder equilibrarla y no quemarnos en el intento de calefaccionar la casa. Consideren también el calefont que funciona a medias, es decir, puede calentar el agua tanto que esta llega a quemar la piel tanto como puede ignorar el hecho de estar encendido y no calentar para nada. Imagínense lo que es ducharse en tales condiciones en invierno. ¡Para qué hablar del hervidor de agua! Uno mismo tiene que mantener presionado el botoncito que lo activa hasta que el agua hierva y salga humito, porque de lo contrario el botoncito se devuelve y no hay agüita para el té, o sea, uno se convierte en un accesorio externo más para el funcionamiento de un simple hervidor de agua. Pero sigamos con el listado y vayamos a la puerta del mueble de la radio, la cual nunca se mantiene cerrada y hay que utilizar papeles doblados cumpliendo la función de seguros o topes para que la puerta no se abra a diestra y siniestra. Siguiendo en el mismo lugar tenemos el propio equipo de música, el cual no funciona si hay muchas luces encendidas pues le hace falta voltaje y no toca los CD’s. Si seguimos en dirección al baño se encontrarán con la ducha teléfono que a veces (muchas, muchas veces) se desarma debido a la presión del agua, lo cual suele suceder mientras uno se da una limpia ducha. En la misma senda tenemos la llave del agua fría de la cocina que, de hecho, no existe y hay que alternar la perilla del agua caliente poniéndola en el lugar que debiese ocupar la manilla del agua fría. Pero quedémonos en la cocina, pues ahí yace la prueba más contundente de la mala planificación, el gran acierto de instalar un extractor de vapor en la cocina sin existir una salida para tal vapor, lo cual hace que éste nunca salga de la cocina. Pero esto es peor de lo que parece, ya que el extractor lleva ahí más de dos años y nadie se ha dignado a idear una forma de colar el vapor y expulsarlo del lugar (ni siquiera el que escribe). Digamos que en mi pieza también encontramos elementos defectuosos, como la cassetera de mi equipo de música. Esta se come las cintas de cualquier cassette, sin hacer distinción entre cassettes originales o piratas y no deja escuchar la música polvorienta. Otra cosa son las paredes de la casa que se están especialmente las del living y el comedor. Pero digno de atención es el caso del arreglo que hicieran en la pieza de mis viejos que quedó a medio camino y así ha permanecido por mucho tiempo (un maestro tenía que hacer unas instalaciones eléctricas y rompió un trozo de la muralla y dijo que la repararía en el corto tiempo, pero cobró lo del enchufe y nunca volvió y el piquete sigue ahí).
Todos estos ejemplos de deterioro y dejo son el reflejo de mi familia, es decir, todo funciona a medias (o de plano, no funciona muy bien), igual que los componentes de la casa, y nadie se preocupa por arreglar, cambiar o mejorar lo que está fallando. Quizás las cosas sigan así hasta que la casa se caiga a pedazos o hasta que la familia se descomponga. Ya veremos qué sucede primero.



(2004)

miércoles, 13 de agosto de 2008

A Night in Ñuñoa.

Saturday night. Me and the boys want to go out and party hard, like in the good old days. We are all twenty five but we feel as if we were the last gang in town so we decide to go and have a riot on our own. We walk along Irarrázabal until we reach Balleduc, a discotheque where ‘alternative’ people gather together every week so as to lure each other with their ambiguous looks, show off their fierce clothes and search for impressive dazzling sights. We stand at the queue and have a look at the rank. Girls and boys who do not seem to be part of the daily crowd that walk with the zombies in our living parade in Santiago. Leather jackets, leather trousers, leather everywhere. Shinny boots and velvet gloves. Lass and lads wear make up so as to preen their faces and attract the others. We are dressed in dull, gloomy black clothes. Dark denim trousers and long, black coats. No showy hair cuts, no piercing or tattoos. We have the normal repellent, coy, Santiago looks. No one seems to care about us. Everyone is looking for their quarry, so do we. Once on the dance floor we face dim lights, alcohol and cigarette smoke. We want to dance and find girls so as to make our move, but it seems that we will not get away with it tonight. Girls, boys, drags and ‘weirdoes’ dance in a sort of ritual which may lead to satisfaction at dawn, it feels as if Carl Barat and Pete Doherty might be kissing somewhere among the dancing sweaty drunken bodies while Lou Reed is waiting for his chance. We move our bones in a corner while Morrissey whispers through the loud speakers and the stairs are crammed with kissing couples that met five minutes ago in the queue. We are astonished, anxious and a bit bored. We try to ridiculously imitate the rest but we feel like idiots, like cheap clones of the kings of the night. Every one is looking at us but no one notices our presence. We do not belong here but we are part of the herd.


Same night, an hour later. After trying to fit in this odd den we realize that we are too old, too narrow minded and too ugly to score in such a place. We can still hear the music while we walk away: ‘in many ways/they’ll miss the good old days’ sing The Strokes as we leave the place behind. We walk towards Vicuña Mackena and we come across this tiny, old fashioned tavern called ‘El Trébol’. We get in. It is full of wooden tables and chairs that resemble the ones my grand mother keeps in her room. The place is almost empty. Only a couple of scruffy, wrinkled, drunk-hearted men stand at the bar. No girl or woman is in sight, only the waitress, but she is not what you may call attractive. There is no radio here. An old man is sitting near the toilets with his guitar singing ‘boleros’ and songs by Los Ángeles Negros and Buddy Richards. We ask for something to drink and the bar tender goes: “beer or terremoto?” We look at each other and nod. ‘Terremoto’. We sit at one of the tables. The furniture is about to collapse. It smells like aged spirit. The walls have this dark, reddish colour that reminds me of Dante. While we wait for our drinks silence comes through. We know that as soon as we finish our ‘terremotos’ we ought to leave this place. Every one is looking at us since everyone notices our presence. We do not belong here but we are part of the herd.


Thirty minutes later and we are already on the pavement waiting for a taxi. We realize that the only place we can feel at ease is ‘Mephisto bar’ in Macul Avenue, so we ask the taxi driver to give us a lift. When we are about to get there we notice all the habitual and common fellow guests: metal maniacs; gothic girls dressed in black; post-punk rejects; blue collar guys who left their ties at home and wear their Saturday night best; beautiful darlings in their drain-pipe trousers or their short skirts. Make up is only for ladies. Men talk about their wheels or the next football match, just like we do in the taxi, in our homes, everywhere, all the time. We get off and walk towards the bar. We are thirsty and feel we will get lucky this time. We look good. Long legs, self-confident steps, sideburns, angry eyes and worn-out denim. We look cool. Once at the entrance the waiter comes to us and refuses to let us in. He says we are not welcomed anymore due to our wild and extremely impolite behaviour. We scream and yield but he will not listen. Access is forbidden. Every one is looking at us. Every one notices our presence. We do belong here, but we are no longer part of the herd.

martes, 22 de julio de 2008

oh, me!


lo tenía todo. todo. el mundo era mío, en la cima del tiempo y en la espuma de la juventud, pero un día me senté a tomar sol y me dormí para descansar de la fiesta. cuando desperté hacía frío y pocas sonrisas daban vueltas. mi reino prometido se había esfumado entre los días y todos los habitantes habían crecido y envejecido. yo me sentía cansado y desarmado y menos hermoso. busqué en mis bolsillos, pero la llave a mi castillo ya no entraba en la chapa. todo había cambiado. mi fortuna se había ido mientras dormía. lo tenía todo, y todo se desvaneció sin darme cuenta a tioempo. ahora camino entre las cadenas del horario de todos los días y miro caras repetidas, agobiadas y aburridas.

jueves, 5 de junio de 2008

engranajes del mundo



En el mundo hay perdedores, ganadores y trampolines. Los perdedores son personas que no hacen nada por nadar en el mar de los días, simplemente se hunden sin chistar. Siempre tienen algo que contar, pero, desgraciadamente, esas historias son de un pasado algo borroso y que no está más, luego, de ahí en adelante sus vidas son una cadena de fracasos, uno tras otro, y lo que pasa es que tienen tan pocas expectativas de algo que el camino más seguro es la derrota, y así pasan sus días, pero eso ya parece ropa que nunca se sacan porque los perdedores son invierno y si se desvisten se mueren.
Los ganadores son esos que siempre están brillando, a quienes nunca la sonrisa abandona, y si algo sale mal no es tan malo, porque siempre hay algo mejor para ellos y lo saben, y lo consiguen, no importa a costa de qué. Los ganadores tienen la frente en alto y sus palabras son siempre lámparas de luces tan potentes que opacan a cualquier otra lamparita inocente que ande por ahí. Se puede decir que los ganadores son seres casi perfectos, y digo casi pues hay algo que necesitan para ganar y esos son los trampolines.
Los trampolines son entes intermedios que viven entre los ganadores y los perdedores. Son potencialmente unos ganadores, pero su falta de egoísmo hace que se preocupen más del prójimo que de sí mismos, por lo cual, suele suceder que sus sueños se vayan al carajo para favorecer los sueños de los demás (otros).
Los trampolines poseen una bondad increíble. Son imanes para todo el que se sienta vacío, ya que los trampolines pueden sentir la necesidad del que lo busca y hará hasta lo imposible para hacer que su calor (parecido al de una madre) logre llenar el vacío que tienen los demás en sus vidas. Esto no quiere decir que la vitalidad de los trampolines sea eterna. No, ellos también se cansan, pero tratan de no demostrarlo para no crear un desequilibrio en el sistema ganadores-trampolines-perdedores.
Los trampolines pueden sacar a los perdedores de sus cavernas por un rato y regalarles una pizca de luz, lo que les permite correr por ahí como si nada; y los perdedores no se sienten tristes cuando están con los trampolines pues, aunque pertenecen a partes distintas del engranaje, un perdedor nunca se sentirá menos que un trampolín, ya que los trampolines no irradian superioridad, al contrario, son tan humildes y dignos que pueden ponerse bajo un perdedor con tal de hacerle olvidar su condición y poder caminar de lo más normal por la vida. Distinto es el caso de la relación ganadores-perdedores. Los ganadores irradian una superioridad que los perdedores envidian y no pueden tener, sin embargo esto no es problema puesto que ambos se saben parte de un sistema establecido por años, el cual no puede cambiar, entonces las reglas han sido aceptadas, lo cual no impide el triste espectáculo que contrapone la luz y la oscuridad, aunque no es de ninguna manera una situación maligna, es sólo el cómo se dan las cosas. Claro está que al ganador no le importa mucho lo que pase con el perdedor, pues su misión no es sacarlo del barro, para eso están los trampolines, pero qué falta les hace también a los ganadores encontrarse con los trampolines, ya que estos últimos son los que forman parte del esquema que tienen los ganadores, precisamente, para ganar. No es que los trampolines hagan un gran trabajo en ello, pues los ganadores tienen méritos de sobra para ganar y triunfar en un mundo compartido por los tres tipos de entes.
El trabajo de los trampolines es precisamente ser soporte de los ganadores, son un apoyo que nunca falta. De día y de noche están ahí para ayudar a dar el último saltito a quien se lo pida y después muestran una linda sonrisa mientras el ganador luce su trofeo, sin ansias de ofender claro.
Ahora, como se ha dicho, los trampolines son potenciales ganadores, pero al mismo tiempo son potenciales perdedores, todo esto es porque los trampolines siempre entregan, nunca piden, entonces ganadores y perdedores se acostumbran a contar con el apoyo del trampolín más cercano y como los trampolines no piden ellos no dan. Ahora, si bien los trampolines no piden si esperan. Esperan recibir un poco de lo que han dado cuando lo necesitan. El problema está en que como siempre se preocupan en demostrar brillo y calidez les es muy difícil dejar salir sus necesidades a la mirada del resto y muchas veces pasan desapercibidos y ahí empieza el error en el sistema. Como la función de ganadores y perdedores no tiene que ver con el soporte, los trampolines se encuentran solos en el mundo cuando se sienten mal o en necesidad, pues aquellos que han necesitado de su calor y lo han recibido no están entrenados para retribuir lo que los trampolines les han dado, no de forma espontánea por lo menos. Tiene que suceder algo muy grande como para que ganadores y perdedores se den cuenta de que el trampolín está roto y ya no los ayuda a saltar, es entonces cuando intentan devolver algo de ese apoyo que el trampolín les ha brindado. La cuestión es que, generalmente, cuando se dan cuenta de la pena del trampolín ya es demasiado tarde pues el trampolín triste encuentra a otro trampolín que le ha tendido la mano y lo ha ayudado a andar para no ahogarse (pensando que es un perdedor). Hasta el momento del encuentro entre trampolines va todo bien, pero luego de eso empiezan los problemas (más que nada para el propio trampolín), pues el chiste del sistema ganadores-perdedores-trampolines es que los trampolines no saben que son trampolines y todos sus actos son hechos de buena fe. Ahora, cuando se está ahogando y lo rescatan abre los ojos, luego, se da cuenta de cómo funciona la cosa y pasa a ser un trampolín con sueños de ganador y ropa de perdedor. Recuerden que el ganador es ganador por naturaleza, el perdedor es tal por falta de fe y el trampolín es trampolín por falta de egoísmo, pero cuando el trampolín descubre su función en todo esto quiere dejar de ser trampolín, quiere olvidarse de los demás y preocuparse de sí mismo, es decir, quiere adoptar un poco de ese ego que le sobra a los ganadores; quiere poseer metas y lograrlas, pero no las va a alcanzar pues aún queda en su interior la bondad y en un momento crucial va a preferir que alguien entre al ascensor antes que él, o va a abrir la puerta para que alguien más entre al edificio, entonces su potencial de perdedor se hace presente puesto que está consiente de que le será casi imposible el ganar y se empieza a amargar porque se da cuenta del engaño y siente que los demás se han aprovechado de él, pero ellos saben que es parte del juego, así que nadie se aprovecha de nadie, es lo que hay. Entonces los trampolines caen más bajo que los perdedores porque su amargura es más real y más profunda es su pena, y ya nunca volverán a ser los mismos ya que el trampolín se ha roto y ni ellos pueden saltar para salir a flote en el mar de gente.
Cuando el desajuste se produce, ganadores y perdedores deben buscar otro trampolín para que la máquina siga funcionando, pero como nadie es perfecto ellos seguirán esperando a que el trampolín se recupere y vuelva a ser el mismo de antes, cosa que no es posible pues el engranaje está compuesto de piezas y hechos, no de recuerdos, entonces el trampolín pasa a ser una figura de un recuerdo vivo y los ganadores se pondrán una nueva meta: el lograr que el trampolín los impulse nuevamente, pero esa es una tarea imposible ya que la ingeniería del sistema carece de un método para reparar las grietas en los trampolines por lo cual los ganadores deben abandonar tal empresa pues es una derrota segura y ellos deben alejarse de eso, pues de otro modo pasarían a ser perdedores, y la estructura ya está definida como para venir a cambiarla a estas alturas. Sin embargo, la fábrica de piezas es tan efectiva y eficaz que cada día aparecen nuevos trampolines en la red para satisfacer la exigente demanda por sus servicios y apoyo logístico, así que si un trampolín se avería o se pierde en el camino otro aparecerá, quizás con otra forma o luciendo un nuevo modelo, pero por dentro, la función será la misma.

martes, 27 de mayo de 2008

el lamento de un mierda




No contento con haber destrozado su apacible vida amorosa, seducirla hasta la infidelidad, haberla separado del que iba a ser su marido, desarmar los planes de un futuro próximo y prometedor, alejarla de sus amistades, romper los lazos familiares, aniquilar confianza y esperanza, hacerla mía de la forma más miserable y ruin, robarle la juventud amante y arrastrarla hasta tierras indómitas, lejanas y extrañas, le rompí el corazón y me lavé las manos, di media vuelta y la abandoné a su suerte.


Ahora que no está, que se ha ido con las manos vacías y la vida hecha trizas, sólo ahora que lo veo todo aquí, sentado en una vereda y con una botella en la mano, me doy cuenta de que fui un pedazo de mierda, deslamado y vil. Quisiera pedirle perdón, arrodillarme frente a ella y decirle que lo siento, que fui un idiota y que no tenga clemencia con mi recuerdo. Me arrepiento del mal que le causé y me corto la cara con los vidrios rotos y verdosos de ésta botella, y aún así, no tengo perdón ni hay misericordia para mí.


Perdón, muchacha de las praderas. Lo siento mucho. Soy una mierda de hombre.


(agosto 2006)

martes, 20 de mayo de 2008

sólo una foto borrosa



No hay recuerdos suficientes como para pensar en ti. Trato y trato, y sólo tengo algunos momentos chapados con imágenes pasajeras. A pesar de lo austero de lo que guardo, puedo tenerte conmigo cada día, cada vez que puedo. La brisa de la playa, la arena fría de la tarde, el agua tibia del mar y el cielo azul a punto de morir. Fue sólo un día, un atardecer, y el principio de una noche. Fue suficiente para retener conmigo los ratos que pasamos, los lugares que vimos, las cosas que dijimos. Reímos mucho, de seguro. Inclusive, te recuerdo llorando un poco, pero eso trato de omitirlo.


Los colores de tu ropa se repiten en todas partes. Te dije que eran muy básicos y típicos. Te reíste, te sonrojaste y creo que te molestaste un poco por mi comentario, pero lo guardaste para ti. Hoy agradezco tu elección minimalista, porque cada cosa contiene esos colores, los refleja y me los regala para seguir alimentando mis limitados recuerdos.


Miles de cosas de lo simple y cotidiano me llevan siempre al mismo día, distintos instantes del mismo día: barcos; un café con leche; sandalias y vestidos de turista; punks vestidos con ropas de marca; parejas tomando el sol; viejos comiendo carne apanada en medio de la noche. En fin, miles de visiones y vueltas a ése día.


Los trenes me dan pena, me llenan de un peso irremediable y doloroso. Ver partir un tren me aniquila, me mata la dicha. Me hace pensar en que tendría que haberte retenido un rato más, un par de trenes más, hasta el último tren de la noche. Tendría que haberte abrazado con más fuerza, con mucha más fuerza. Debería haberme atrevido a besarte el cuello con más firmeza y presionar tus labios con el poder de mi presión tímida para tenerte conmigo y no dejarte partir, y cambiar tus planes, romper tu esquema y hacerte perder el dinero de los pasajes de avión y las reservas de hoteles en todas las ciudades que luego visitaste, así podría tener más recuerdos y más sabor a piel, y podría recordar el sabor de tu saliva loca y el ritmo de tu lengua.
A veces creo que hasta podría recordar tu cara al despertar, con el pelo suelto y sin maquillaje, dormilona y trasnochada.
Igual, nunca lo sabré. Sólo tengo un puñado de recuerdos que no puedo dejar partir.

jueves, 15 de mayo de 2008

El plan B



Al plan B hay que tenerlo amarrado, siempre volando cerca, ilusionado de felicidad. Nunca hay que dejar que se aleje mucho, ni tenerlo demasiado cerca. Hay que saciar su sed a medias. Siempre tiene que estar ahí, dispuesto a abrir sus brazos sin saberlo. Hay que atormentarlo. Si no te busca, tú debes buscarlo hasta hipnotizarlo y hacer que vuelva a buscarte. Nunca hay que enfriar su cabeza; que su ilusión sea infinita, que no te falle, que esté siempre esperando tu respuesta, tu jugada maestra, que tú digas “sí”, para que caiga rendido en una cama de rosas muertas, y te reciba cuando el plan A te ha rechazado. Debes mantener el pilolín firme. Que piense que piensas en él. No lo llames por teléfono. Provócalo para que marque tu número y, sobre todo, que lo confiese; que te diga que su amor ha nacido y que es eterno y para ti, sólo para ti. Asegura ese rinconcito bueno que siempre te va a acoger mientras tú juegas para el plan A, todo para él. Y si te olvidas de l plan B no está mal, pero recuerda, de vez en cuando darle unas migajas para que corra como un perro andaluz tras de ti y te siga en su cabeza, y que piense en ti, y que te escriba poemas, y que te los entregue, y te los lea. Que te diga todo sin decir nada, y que haga todo eso que te gustaría que el plan A hiciese por ti. Pero como te dije, no dejes que el plan B se aleje de su estado hipnótico de infatuación, no vaya a ser que el plan A no resulte, que no juegue sus cartas para ti y te quedes sin pan ni pedazo. Recuerda que siempre está la segunda opción, el plan B. él siempre va a estar esperando por ti; siempre y cuando tú lo mantengas bajo tu magia, ilusionado y tonto. Pero por sobre todas las cosas, el plan B nunca debe saber que es el plan B, la segunda opción.



(agosto 2002)

domingo, 4 de mayo de 2008

99


Frenético y encantado corría sobre las colinas bañadas de dragones enfiestados de mortandad, todos aletargados y ebrios de sombra cortando todo paso de la lujuria; y sin embargo, sus pies no temían tocar las escamas cauterizadas por el tiempo.
Todo sol que osara atormentarlo fallaba en su intento, ya que sus ojos, de un blanco atemorizante, no dejaban que penetrase el flujo burlón de su quemadura. No podía detener su carrera. La bruma mañanera y el aroma a quisco, romeral y eucaliptos llegaban sin retraso a sus sentidos, era entonces cuando detenía su huella para sentir aquel perfume sentado sobre su espalda. Aclimatado al bosque lejano veía pasar las horas hasta que su impulso lo ponía de pie en busca de aquel cactus que un día soñó beber. Otra vez a recomenzar su ruta impecable y tenaz por sobre el roquerío y las llamas encrespadas sobre la piedra.
Fue así como el día de la humedad lunar acercó su brío a los hombros de aquel hambre insatisfecho del rocío. Todo enfado que existiese lo sentía en ése instante; toda ira adormecida despertaba y se expresaba en su mirada. Sus pasos fueron cada vez más hondos y fuertes. Cada segundo muerto incrementaba su enfado, la visión crepuscular del púrpura nuboso por el salmón suave no dejaban tentativa segura al incierto frío diario, menos intentaba aquietar ese ardor en su cráneo. Cualquier intento de de paz y mitigación era inútil, pues su pasión era irrefutable. Nada cortaba su paso, menos con el ánimo que traía consigo.
La búsqueda parecía infructuosa, pero no tenía descanso. Sol tras sol, planeta tras planeta, cueva tras cueva; en oscuridad húmeda o calor árido y espejionario, no tenía fin. Su hiel le exigía encontrar el néctar del cactus ansiado. El sudor y la saturación de su cansancio resecaban su piel y empolvaban su garganta con arena; su mirada fija y perturbadora no quería perderse en una piedra sin destino, y así lanzó un acongojado esfuerzo cercano al final, y aplastando la fatiga con la palma herida de su mano encontrando lo buscado, su deseo acuoso, su fetiche somnoliento, el cactus del letargo. Ya casi alienado y ensimismado hizo caso remiso a las espinas traicioneras y tomó el cáliz entre sus manos, lo acarició incansablemente, dócilmente, con la ternura que es exhortada por el deseo guarnecido en la piel y la carne. Toda incomodidad quedaba atrás a medida que las caricias y la admiración por el cactus aumentaban. Aquella copa parecía más cercana y suya, más que nunca, y en el momento preciso, en el instante exacto, cuando la vía cercana, el rodeo espacial de los astros, el ardor vehemente y el embelesamiento espiritual se confundieron en uno mismo y coincidieron en un segundo, bebió de su jugo, el agua apetecida, el bálsamo de piel. La humedad en su boca se paseaba por sus labios. Su baba satisfecha y su saliva enfervorizaba caían lentamente sobre los bordes del cuerpo espinado embetunando su piel. Llegado el momento exacto donde sus manos apretaban con fuerza extasiada todo el cuerpo del cactus y éste a su vez destelló placer de entrega. Fue entonces que la sed quedó apagada, extinta y mitigada. Su alma saciada de la leche exquisita de sabor a clímax. No obstante, esa misma calma y satisfacción hicieron nacer en su interior el deseo de recorrer nuevamente las llanuras vigiladas por los dragones en busca del jugo que sólo tal cactus podría entregarle, su objeto del deseo y paz, para saciar su sed, la sed eterna y real.

lunes, 28 de abril de 2008

heroína desnuda


nada corre más fuerte por mis venas que tu esencia. mi sangre se desborda por mis ojos y mis oídos. se escurre por mis uñas, se escapa a través de mis poros e inunda mi boca, todo con tal de dejar espacio a tu forma más etérea y húmeda.

los brazos se me hinchan y las arterias estallan de impaciencia y goce. cada uno de mis segundos se viene entre los susurros que dejas escapar cuando pestañeo.

en mi cuerpo ya no hay espacio para mi alma dislocada, no queda rincón para mí entre mis huesos roídos. todo lo rebalsa tu presencia, tu sonido al viajar por mi oscura saliba; tu gigantezca voz me penetra los tímpanos y me deja flotando en líquidos turbios y ardientes que me llevan por manantiales ocultos que corren en todas direcciones.

creí estar loco, enfermo, disvariando y perdido cuando me atrapó una inevitable sensación de escape, de abandono de mí ser y renunciar a existir calcado en los días. una maravilla tremenda rociada de éxtasis, todo al momento de sentirte viajando por mi cuerpo, jugando con mis cejas y pestañas, volcando tus labios eléctricos por sobre todo mi cuerpo y mordiendo el vapor de tus sentidos. el saberte desnuda por debajo de mi piel me lleva a desbocar mi trote, como un caballo oscuro y salvaje por las arena caliente, bajo la noche, bajo el amanecer y a toda hora.
me salvaste del ahogo nocturno y la desdicha feliz. ahora te dejo entrar, con toda libertad, con euforia, con cadenas rotas, con metales ardiendo y con los brazos escuálidos de tanto abrazarte.
heroína desnuda, quédate conmigo, en mi interior y al rededor de mi existencia vacía y suelta y excita mi presencia para sentirme vivo, hirviendo y a punto de estallar. la vida es muy corta, y ya no queda tiempo. desnúdame también y clava tus tacos en mis recuerdos faltos de emoción para poder subir a tu brillo y ver las luces que nunca se apagan. destrózame por dentro y por fuera y respiremos el aire pesado de nuestros encuentros en medio del movimiento decadente que está allá afuera y nos ignora. reventemos de una vez por todas y olvidemos que los cuerpos perecen de la nada.


sí!

miércoles, 23 de abril de 2008

k.o.




Lo mejor es vivir sin esperanzas. Cada vez que pongo mis ojos sobre una persona pongo también mis esperanzas y expectativas en ella (estoy hablando de féminas hermosas, atractivas e interesantes). ¿Cómo se puede identificar la bondad en una sonrisa sin recurrir a las expectativas de una vida más feliz en los labios de una desconocida? ¿Cómo se hace? ¿Cómo evitar elevarse en nuevas rutas sin sentido mientras las fotos mentales siguen lanzando imágenes sin razón aparente? Miles de segundos malgastados en fantasías llenas de visiones vagas que al final terminan por enterrar mis ganas mientras cada escena feliz en mi cabeza se pulveriza mientras caigo hecho agua.
Hoy fueron dos veces, dos llamados de atención, dos intentos por despertarme, dos golpes bajos. Un-dos-tres, derechazo directo a las costillas con una simple historia que no requería de mayores interpretaciones “...y luego me junté con mi novio y fuimos a…”. Listo, hasta ahí no más llegamos, hasta ahí no más la historia creada por mí para los dos. Lo único que se puede hacer es quedarse ahí tirado, aguantando la respiración mientras el árbitro cuenta uno, dos, tres, cuatro… al llegar a cinco uno se levanta, se seca el sudor, le dice “sí, sí puedo seguir” al árbitro y mira al profe pidiendo agua con el gesto del cuello, como él lo enseñó. ‘La campana por favor’ suena en el oído interno. ¡Ring! Salvado. Una pausa. Volver a la esquina, sentarse cansado y adolorido. Agua, please. Algodón sobre la ceja. Mirar al oponente, sus labios siguen moviéndose, pero la sangre en los oídos no deja oír, no quiero escuchar de todos modos. ¿Qué hicieron qué, sobre qué? No importa. Risas como si fuese gracioso. Denme el protector de dientes; ajústame el guante derecho, es mi mano fuerte, mi mejor golpe. Suena la campana, de vuelta al ring. Con el llamado a la batalla vuelve el sentido. Pelea por seguir. Ok, tengo que volver a lo mío. Nos vemos después. De nada. No, no te preocupes, la próxima vez invitas tú. Chau. Hasta la vista baby, como dijo el Che de la nueva era. Saltitos, un-dos-tres, un-dos-tres. Fuerza campeón, aún queda por pelear, la gente te ama. Una mirada y el pulgar del profe arriba. Respirar hondo, morder el protector y adelante!
No se puede hablar de desilusión, ya que nadie elabora las ilusiones más que uno mismo. Tampoco de decepción, porque nadie prometió nada. Idiotez diría yo, idiotez de ser tan apresurado y ponerle el vestido de mujer ideal a la primera sonrisa que se cruza en mi camino. ¿Qué será? ¿Las ganas de romper con la racha? ¿Las ganas de retomar un camino que cambié años atrás? ¿Las ganas de recuperar el tiempo perdido? ¿De qué tengo ganas, de amor, de cariño, de comprensión, de carne versus carne? Qué, ¿qué es? Mejor no preguntar. Mejor sería responder de una vez por todas. ¿Dónde detenerse? ¿Dónde empezar? Mejor vamos por el siguiente round. La pelea sigue y hay posibilidades de ganar. Pelo húmedo; baile mareador; en guardia; puño derecho siempre dispuesto. Alguien grita mi nombre en la galería. Fanáticos, a veces se vuelven tus amigos (peor, tus amigos se transforman en tus fanáticos a la hora de vitorearte). Una sonrisa me acompaña, pero es difícil juntar los dientes con el protector en la boca dispuesto a cumplir su función. De pronto, acercándose, veo el puño oponente. Veo cómo el brazo izquierdo prepara el golpe. Lo veo, lo veo. Está lejos, se puede esquivar, pero lo enfrento con los ojos abiertos, nada de hacerle el quite. Ahí viene. Dientes apretados, mentón dispuesto, brazos en pose. Powhwhwhwhwh!!! Estrellitas, truenos y relámpagos. Golpe preciso a la cara. Hola, qué haces? Nada, sólo camino. Oh, qué bien. Te presento a Thomas, mi novio. Hola Thomas, gusto conocerte. La sal del sudor se mezcla con el dolor quemante del corte en medio del pómulo izquierdo. Arde, duele, quema y mata, todo en secuencia. Oh, sí, no tengo nada que hacer. Bien, así puedes conocer a mis amigos. Ok, te llamo entonces. Claro, claro. A las diez. Bueno, estaré esperando tu llamado. Ok, nos vemos. Chau. Chao Thomas, gusto conocerte. Derecho al suelo y sin escalas de por medio. Todo se va a negro. Todo se junta y termina por pisar mi cabeza. ¿Esperanzas? ¿Expectativas? ¡Toma iluso! Golpe doble y aniquilador. Uno, dos, tres, se escucha clarito. Del cuatro hacia delante nada es recordable. Luz blanca; golpes suaves que intentan revivirme; el couch con cara de perro mojado y los paramédicos haciendo lo suyo. Gritos y pifias. Pelea perdida por knock out. Dos veces en un día. ¿No será mucho? Vamos, a las duchas. No es tan profundo el corte, sanará pronto. Ya no vas por el título, pero un fin de temporada digno no es malo. Salgamos a caminar, la ciudad está linda, el aire fresco te hará bien, la gente se ve contenta y el happy hour espera por ti. Bueno, qué importa que no tengas amigos, todo podría ser peor, no? Vamos al bar, hay música en vivo, jazz session. La mesera está linda. Una cerveza por favor. La más seca y potente. Otro viernes post-derrota. Uy, está heladita. Sentarse cerca de los músicos. Veamos como la mesera se prueba su delantal frente al espejo. Hey, te está mirando. Sí, te mira pero no te ve. Eres un cliente más, nada más, un cliente que toma cerveza solo en un rincón un viernes por la tarde en medio de la primavera mientras el resto del local está repleto de parejas y grupos de comensales que ríen y hablan.
Dos lecciones para no olvidar jamás: 1) saca la ilusión de tu cabeza, y 2) nunca más pidas papas fritas con ají y crema agridulce. Pican y duelen, sobre todo cuando tienes los dientes rotos.










(Hoy nos copiamos de: Morrisey, milion dollar baby, cinderella man y Martín Vargas)

miércoles, 9 de abril de 2008


me siento y las horas se comen entre sí. las cosas caen sin cuestionarse nada. yo me hundo y vuelvo a flotar de pendiendo del momento y de las ganas. alguien olvidó atarme los cordones, es por eso que no puedo avanzar más de cinco pasos. mis rodillas a punto de estallar y mi talón derecho estresado y bombeante. tengo ansiedad y angustia. sólo quiero que sea jueves por la noche para sentir que en veinte horas más estaré embriagado, sentado en una mesa perdida en los rincones de todas partes, rodeado de amigos y con ojos ensangrentados en colores potentes.lo absurdo de los años se vierte sobre mi agua turbia y se mezcla, y el cucharón de las caras diarias lo revuelve y se convierte en jugo espeso y una garganta aburrida y sumisa que lo traga. que traga y traga y agacha el moño y espera el fin de mes para así llegar al fin de se semana y así llegar al bar y perderse hasta el fondo y olvidarlo todo y detestar la vida, y ducharse en acidez, y ver el fútbol, y comer y comer, y levantarse de malas un lunes porque la lluvia y porque lo humano de lo humano se deja caer con la lluvia, entre la lluvia, bajo la lluvia y in, on, at, y entonces están los que fabrican paraguas y parcas e impermeables para así combatir la lluvia y olvidarse de ser humanos y vulnerables y poder ir a trabajar,y así y así y así. y los días se siguen caminando y tragando y pisando entre sí. yo en medio.

lunes, 7 de abril de 2008


Llegué a mi casa derrotado, destrozado y con el corazón chiquitito. La sensación de haberme vendido por un buen precio y sufrir por la venta me pesaba en los bolsillos. Cómo pude calenté los fideos en el micro-ondas y comí a media luz en el comedor mientras los demás dormían en sus piezas. Eran las once y algo de la noche, y recién estaba comiendo algo después del almuerzo. Con la espalda rota y los ojos pesados me fui a acostar. Ni siquiera me lavé los dientes. Me saqué el traje a la rápida y lo dejé ordenadito en un gancho en el closet. Una vez tirado sobre el colchón me puse a repasar el día, lo que había pasado en la semana, en los días anteriores, en las semanas anteriores y las derrotas que se fueron acumulando y aplastando entre sí. Me di vueltas, miraba el techo, sentía los autos pasar por la calle a media noche. Sus luces cruzaban los vidrios, penetraban las cortinas y chocaban con mis ojos abiertos. No había caso, todo estaba en contra. Me sentía demasiado cansado como para dormir, pero me sentía aún más sucio, vacío, inconcluso. Tanto razonar me hizo ver la luz en plena oscuridad: ya no podía más estar en la ciudad, viviendo la vida de ciudad, comprando y vendiendo al precio de verdad. No, ya no. Tenía que huir, salir del cemento, olvidarlo todo, dejarlo todo y empezar de cero desde afuera. Estaba decidido, ya no más de esto. No pude dormir pensando en cómo sería si me desvinculara de todo; no levantarme, dejar el trabajo botado, no hablar con nadie al desayuno, no tener que raspar mi piel contra los vidrios de la micro o sentir la desazón del mundo en el metro; tirar el celular al río, no decirle nada a nadie, olvidar las insulsas charlas en las escaleras, las preguntas sin fondo de las mañanas y los almuerzos desabridos en el casino, rodeado de gente que no quiere estar ahí; nunca más revisar mi correo ni entrar a msn, dejar las cervezas entibiarse sobre las mesas y dejar plantado al dealer. Pensé y pensé, con los ojos rojos y abiertos. Imaginé sacar mis últimos pesos del ropero y del cajero, ponerme la ropa de sábado, armar la mochila y largarme. Romper los muebles, quemar los papeles, guardar las fotos en baúles perdidos, demoler lo que tengo y así destrozar todo vínculo con lo material e insípido. Salir sin despedirme (como todos los días) y mandarme hasta el sur en un tren o un bus a primera hora y respirar hasta que duela, ver los colores nítidos, el verde, el blanco, el rojo, el azul y mi propio color. Poder sentir hasta los huesos, encoger los hombros y mirar hasta que la imagen se pierda en el horizonte. Todo estaba claro por fin. Un pequeño descanso para retomar fuerza y comenzar mi evasión de una. Me desvelé planeando el escape de la locura, pero valía la pena. El sueño fue llegando de a poco. Tal vez serían las tres cuando logre cerrar los ojos y descansar y pasé a soñar con prados y jardines. En eso sonó el despertador, me duché, me vestí, tomé un café a la rápida y salí a toda prisa. Alguien me preguntó por el partido de anoche en la micro. Acabo de marcar tarjeta y saludar a mi supervisor.

domingo, 6 de abril de 2008


Desde lo más profundo de los días perdidos vino a buscarme un fantasma moribundo. Quería un co-piloto para un viaje al bajo mundo. Los demás diablitos del infierno antiguo se habían perdido o destrozado entre ellos. Sólo quedaba este mutante con vida entre corbatas y cadenas de hilo. De alguna forma dio con mi perrera y vino a mí con ojos secos y dedos largos. Sus dientes a penas se sostenían y su voz ronca disfrazaba los lamentos con bromas sin sentido. Quiso arrastrarme, hundirme en el recuerdo de las risas y el tiempo lento y real. Me negué y me negué, pero su ladridos áspero y eléctricos me fueron engatuzando de-a-poco hasta que caí en el juego de-una-no-hace-mal, y así fue como terminamos con las patas mojadas e invisibles bajo el puente, sin peso y con bolsas vacías.

the cave song


she lingers, she lingers,
she's stuck in my fingers.
I can't fuck her well
can't think of another girl.
she's here, she's there
she's everywhere.
her smell is with me,
her legs are unclean.
her arms 'round my waist,
her mouth and her chest.
the pressure, my honor.
the sorrow, my fate.
she whispers quite well
and kisses like hell.
one minute of fire
and I sink in this well.
she doesn't want pleasure
she doesn't want love.
she wants me to walk
like an eternal ghost.
she lingers, she lingers,
she's stuck in my fingers.
I can't fuck her well,
can't think of another girl.

sábado, 5 de abril de 2008

metal machine music


una explosión de luz da la pista. Los sonidos sordos inundadn los surcos y dan paso a la visión múltiple de colores opacos y sombras brillantes que llenarán los días. Imágenes y el culto al ego se unen de forma tentadora para encerrarse día tras día, hora tras hora en las letras que forman parte de la jaula del esclavo de la lectura de los otros, el comentario de los otros, la visión de los otros. la dependencia se disfraza de hambre creadora y de pantalla, y de teclados, y de sillín y de todo lo que le rodea. la luz ha explotado y los parlantes aún humean sin dar descanso al parpadeo constante de los ojos sedientos de la rutina de subir y bajar, escribir y leer. Aquí comienza el primer día de la marcha de un esclavo más de la red de ególatras y de voces sin lugar preciso y seguro.



la explosión está aquí.