martes, 9 de diciembre de 2008

maldiciòn


¿eres tù, demonio maldito del pasado en llamas?

¿es el contorno de tu piel frígida y cortante lo que parece congelar los peldaños de ésta escalera y me hace bajar a una realidad sepultada?

¿eres tù quien me mira desde lejos, con sonrisa burlona y el color màs oscuro en los ojos?

¿es tu presencia la que siento clavarme la piel y agujerearme las venas con un dolor que ya creía haber olvidado?

¿es tu silueta la que me golpea entre la luz y la asquerosa sorpresa?

¿eres tù... eres tù quien me intercepta y me derrumba?

¿son tus palabras secas y mudas, acaso, las que viajan por redes inexistentes y desarman el orden del hastìo?

¿eres tù, demonio horripilante, quien me mira, rìe y da vuelta la cara sonriendo de forma infame para seguir su camino dejàndome temblando de asco y horror?


eres tù, ah?!


pues si es asì, te maldigo, con fuerza viceral, te maldigo!!!

sábado, 6 de diciembre de 2008

subiendo


de pronto tuve una extraña sensación, me vi en un auto, uno viejo, un ford o un renault tal vez, con asientos de cuero, sin cinturón de seguridad, con el pelo flotando y mis ojos negros rompiendo el retrovisor. iba a toda velocidad pasando a través de la luz y el polvo por una carretera del norte, o quizás una ruta peruana, y los autos opacos y oxidados se iban quedando atrás porque el mío era más veloz, más potente y patón. Yo los veía pasar con gusto y riendo por dentro. del otro lado de la carretera caliente venían más autos, como truenos salvajes y perdidos, o algo así. las ventanas estaban abiertas y el aire entraba tibio, fogoso, y golpeaba mi cara. la música salía quemante y abofeteaba mis brazos y mi pie le daba con más fuerza al acelerador. Todo era como un torbellino de adrenalina, pasión y sonidos en remolino. ahí vino lo extraño, sentí ganas de soltar el volante, poner mis manos en mi nuca, recostarme y abrir los ojos sonriente, con placer, y dejar que el auto siguiese solo, desbocado, para ver si avanzaba o si chocaba contra uno de los truenos, contra un poste perdido y solitario, si iba a dar a las rocas saladas o lo que fuese, todo con tal de hacerme trizas y sentir el impacto brutal y, quién sabe, final. por suerte no tengo auto, no sé manejar y nunca he ido al norte, menos al Perú. eso fue lo extraño, la sensación de vértigo lejano. le subí el volumen a la radio y seguí conduciendo.