martes, 20 de mayo de 2008

sólo una foto borrosa



No hay recuerdos suficientes como para pensar en ti. Trato y trato, y sólo tengo algunos momentos chapados con imágenes pasajeras. A pesar de lo austero de lo que guardo, puedo tenerte conmigo cada día, cada vez que puedo. La brisa de la playa, la arena fría de la tarde, el agua tibia del mar y el cielo azul a punto de morir. Fue sólo un día, un atardecer, y el principio de una noche. Fue suficiente para retener conmigo los ratos que pasamos, los lugares que vimos, las cosas que dijimos. Reímos mucho, de seguro. Inclusive, te recuerdo llorando un poco, pero eso trato de omitirlo.


Los colores de tu ropa se repiten en todas partes. Te dije que eran muy básicos y típicos. Te reíste, te sonrojaste y creo que te molestaste un poco por mi comentario, pero lo guardaste para ti. Hoy agradezco tu elección minimalista, porque cada cosa contiene esos colores, los refleja y me los regala para seguir alimentando mis limitados recuerdos.


Miles de cosas de lo simple y cotidiano me llevan siempre al mismo día, distintos instantes del mismo día: barcos; un café con leche; sandalias y vestidos de turista; punks vestidos con ropas de marca; parejas tomando el sol; viejos comiendo carne apanada en medio de la noche. En fin, miles de visiones y vueltas a ése día.


Los trenes me dan pena, me llenan de un peso irremediable y doloroso. Ver partir un tren me aniquila, me mata la dicha. Me hace pensar en que tendría que haberte retenido un rato más, un par de trenes más, hasta el último tren de la noche. Tendría que haberte abrazado con más fuerza, con mucha más fuerza. Debería haberme atrevido a besarte el cuello con más firmeza y presionar tus labios con el poder de mi presión tímida para tenerte conmigo y no dejarte partir, y cambiar tus planes, romper tu esquema y hacerte perder el dinero de los pasajes de avión y las reservas de hoteles en todas las ciudades que luego visitaste, así podría tener más recuerdos y más sabor a piel, y podría recordar el sabor de tu saliva loca y el ritmo de tu lengua.
A veces creo que hasta podría recordar tu cara al despertar, con el pelo suelto y sin maquillaje, dormilona y trasnochada.
Igual, nunca lo sabré. Sólo tengo un puñado de recuerdos que no puedo dejar partir.

No hay comentarios: